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Los Colores Exteriores c20

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Capítulo 20 – ¡Cuanto las amamos!



La noche estaba fría, helada casi. Aquel tupido bosque de pinos por el que las cinco amigas ponis habían comenzado a correr tras Rainbow Dash se extendía cubriendo las faldas de la montaña sobre la cual se alzaba la majestuosa ciudad de Canterlot.

Era una subida empinada aquella que llevaba a la capital de Equestria, tanto, que el tren que venía de Ponyville, debía hacer un desvío de veinte minutos para rodear la montaña y subir por una pendiente menos empinada.

Pero la sección por la que ahora se encontraban corriendo Twilight y sus amigas tenía un terreno más o menos plano, salvo las extrañas elevaciones y las nudosas raíces de los pinos que se entretejían y apilaban entre si dando al piso una forma irregular y traicionera.

Había pasado ya casi una hora desde que había anochecido, y las altas copas de los pinos escondían la luz primorosa de la luna, dando al bosque de coníferas la negrura de una escabrosa gruta de caverna.

—Rarity, haz luz con tu cuerno —pidió Twilight realizando un poderoso hechizo iluminador con su propia magia —chicas, manténganse juntas, sigan mi luz o la de Rarity y no se separen.

Las cinco ponis corrían a todo galope tratando inútilmente de seguir el vuelo de Rainbow Dash, mientras que ella se esforzaba cuanto podía por mantener el rumbo, aun en la oscuridad, para encontrar el sitio de impacto de aquella extraña luz roja, de aquel misterioso poni armado que tanto empeño puso en derribarlas y que, instantes después y tal vez como consecuencia, se desplomó en algún lejano lugar del bosque.

Pero era muy difícil. A toda su velocidad le era casi imposible maniobrar en las tinieblas, esquivando ramas, troncos y hojas, y aun mantener la ruta invariable. Un par de veces sintió que había girado demasiado, y que por lo tanto ya no iba en la dirección correcta. Podía alcanzar a escuchar el trote de sus amigas tras de ella, y alcanzaba a ver el reflejo de la luz de la magia de Rarity y Twilight, pero era cada vez más tenue, pues en su furiosa carrera, las estaba dejando cada vez más atrás.

Fue entonces cuando la vio. Apareció ante sus ojos al momento de evadir el tronco de un árbol. Era una luz que destellaba a lo lejos. Rainbow se extrañó pues no esperaba encontrar el sitio del choque tan pronto, sino que según ella estaba apenas a medio camino. Tan pronto estuvo lo suficientemente cerca, entendió que no se trataba de aquello que ella estaba buscando.

Inmediatamente, realizó una maniobra en el aire, que le permitió aterrizar limpiamente y sin hacer ruido en uno de los bordes del claro en que relucía la cálida y crepitante luz.

Mientras tanto, el resto de las chicas trotaba a todo correr por el bosque, y tuvieron que frenar con urgencia, cuando, adelante, donde una luz como de una hoguera resplandecía en el bosque, pudieron ver la silueta de Rainbow que, parada en sus piernas traseras, les indicaba que se detuvieran de inmediato y no hicieran ruido haciendo señas con sus patas delanteras.

Muy apenas, las cinco ponis lograron detener su carrera, y cuando lo hicieron, quedaron sorprendidas con la visión que se revelaba ante ellas, misma que su amiga Rainbow ya había tomado un momento para analizar:

En un claro del bosque que se encontraba sumido con en una especie de hundimiento natural del suelo, una gran cantidad de ponis se hallaban reunidos ante una fogata. La hoguera, situada en el centro de lo que parecía un campamento improvisado, ardía grande y furiosamente, proyectando las sombras deformadas de aquella legión de ponis desconocidos.

Las seis amigas estaban maravilladas. No podían entender que hacia una cantidad tan grande de ponis congregados, pues, siendo Twilight la que poseía una mejor capacidad para las cuentas, calculó que debía haber más o menos un centenar de ponis ahí reunidos.

Pero lo que más tenia atónitas a las chicas, era la extraña actitud que reinaba dentro de este campamento. Aquellos ponis, lucían como ponis pero al parecer no actuaban como ponis. Sin duda, hubiera sido algo difícil de explicar, pero su forma de moverse, de expresarse, de volar, en el caso de los pegasos, y de hablar, tan solo de pararse o de respirar, hacía que las seis amigas sintieran una especie de desconfianza hacia aquellos desconocidos.

Las seis se quedaron mirándolos un rato, en silencio, cuando, de pronto, a una pequeña elevación que se alzaba en el lado opuesto del claro, donde coincidía con la falda del empinado risco de la montaña, un unicornio de aquellos se acercó, y alzando su voz dijo:

—¡Atención, todoponi! —la voz grave y siniestra de aquel poni hacia juego a la perfección con la capa color oscuro que le cubría el cuerpo y la cabeza como una capucha.

—Ay no, ahí está BlackRune otra vez con uno de sus aburridísimos discursos… —dijo uno de los de la multitud, y, con una mirada fulminante, el unicornio encapuchado le indico a Wild Instinct, un poni de tierra con el pelaje de color rojo manchado, que se encargara del problema.

Con una fuerza tremenda, Wild Instinct propino un zape monumental al poni que opuso replica. Tal fue el golpe, que aquel, fue a dar de cara contra el piso causando las risas de todos a su alrededor.

—Bien, como les decía —continuó BlackRune con esa sombría elegancia que lo caracterizaba. —Nos han informado, que el brillante plan de su Magnificencia para esta noche se ha visto… obstaculizado en cierta manera.

Escondidas en las sombras, las seis ponis estaban atónitas mirando lo que sucedía, ninguna se atrevió a decir una palabra. Ninguna quiso aventurarse a hacer ruido alguno. Aquella extraña sensación de desconfianza que esos ponis les inspiraban no les dejo hacer movimiento alguno hasta no saber un poco más de ellos.

—Según nuestros informantes, la… preciosa carga, que debía ser transportada hasta Canterlot esta noche, fue interceptada por un elemento desconocido. —prosiguió el unicornio sin hacer pausa, salvo aquellas que ponía a propósito de vez en cuando en su discurso para causar cierto efecto dramático —Hasta el momento, ignoramos con exactitud su paradero, pero los reportes aseguran que debe encontrarse en alguna parte de este bosque. Propongo que nuestro rastreador estrella, Sharplooking, encabece un grupo de búsqueda para dar de inmediato con su exacta localización…

Se hizo de pronto un silencio, en que los ponis de la multitud se miraron entre ellos y a su alrededor como buscando a aquel que respondiera al nombre mencionado por BlackRune.

—¿Sharplooking? ¿Dónde estás? ¿Escuchaste? —dijo entonces el poni encapuchado entornando y buscando alrededor tanto como la luz parcial de la fogata se lo permitía.

Fue entonces que Applejack lo notó. Todos los ponis congregados estaban poniendo más o menos atención al discurso del unicornio. Solo uno de ellos, parecía estar completamente absorto en otra cosa. De hecho, cuando la poni granjera se dio cuenta, sintió una inmensa incomodidad al notar que uno de los ponis dentro de la chusma tenía sus ojos color azul brillante clavados precisamente en la dirección en que ella y sus seis amigas estaban escondidas.

—Sharplooking, te están hablando… —susurró un pegaso regordete al poni ojiazul dándole unos golpecitos en las costillas con su rodilla delantera.

—¡AHÍ ESTAN!

La voz del poni de ojos azules se alzó sobre el barullo de los demás en un chirrido tal, que parecía que estaba empleando toda la fuerza de unos grandes y poderosos pulmones. Acompañado del grito, el poni hizo una seña con su casco apuntando en la dirección en que había localizado a las seis amigas.

Todo sucedió muy rápido como para haberlo previsto. De inmediato, la legión de ponis, rodeo a las chicas, empujándolas a bajar por la ligera pendiente hasta el campamento, dejándolas rodeadas por todos lados, en el centro de un circulo cercado de una valla de ponis que las miraba expectantes, con los ojos muy abiertos casi aguantando la respiración.

Las seis amigas se vieron tan de pronto rodeadas por la multitud de ponis que poco pudieron hacer o decir antes de que dos centenares de ojos estuvieran fijos en ellas. Miraron a un lado y a otro en silencio, hasta que la sonora y melodiosa vocecita de Pinkie Pie irrumpió en la noche:

—¡Hola! —dijo la poni rosa con su ánimo característico.

—¡Hola Pinkie! —se escuchó la voz de alguno de los ponis de la multitud.  Pronto, una gran parte de la legión de ponis estalló en gritos —¡Te amamos!  ¡Eres la mejor poni!

Y de pronto, otra sección de la multitud, en su mayoría pegasos, se encendió en gritos frenéticos que aclamaban sin parar:

—¡Rainbow Dash! ¡Rainbow Dash! ¡Rainbow Dash!...

Antes de que las chicas pudieran darse cuenta, las hordas de ponis que las rodeaban, habían perdido completamente la compostura y entrado en un estado de caos y gritería tal, que era imposible distinguir lo que decían unos de lo que decían otros.

—¡YA BASTA! —los detuvo entonces aquella voz grave y profunda.

De entre la multitud apareció BlackRune, aun cubierto por su manto negro. Solo se había retirado la capucha dejando al descubierto su cabeza calva y maquillada de color blanco, con marcas rojas que la surcaban de lado a lado. Miraba a las seis amigas con los ojos muy abiertos y a pesar de su habitual compostura era obvio que verlas frente a él lo tenía tan emocionado como al resto.

—Las Ponis de la Armonía —dijo el unicornio mirándolas —Las Seis Principales… nos honran tanto con su presencia entre nosotros…

—¿Ustedes? —tomó valor Rainbow Dash, y preguntó encarando BlackRune, no sin recibir varios chiflidos y vítores por parte de algún grupo de pegasos  —¿Y se puede saber quiénes son ustedes? ¿Y cómo es que saben de nosotras?

—¿Nosotros? Debes saber, Rainbow Dash, que nadie en el mundo… no, en el universo entero las admira como nosotros. —sonrió entonces BlackRune siniestramente.

—¡Te amamos, Rainbow! —se escuchó el grito de otro poni, pero pronto quedó sofocado entre la multitud.

—No hace falta que sepan quienes somos nosotros. No somos importantes como ustedes. Les basta saber que somos un grupo de sus mayores admiradores que han venido de muy lejos solo para conocerlas —reanudo su discurso el unicornio. Su expresión no inspiraba la menor confianza a las seis amigas.

—¡Eres hermosa, Rarity, te amo!

—Ya, es suficiente —saltó de entre la multitud el salvaje poni de tierra, Wild Instinct, cuya cabeza estaba oculta tras un saco tejido, y dijo dirigiéndose a BlackRune —las hemos encontrado, están aquí frente a nosotros. ¿No podemos cuando menos divertirnos con ellas un poco?

A manera de respuesta, la multitud volvió a estallar en gritos de apoyo y emoción ante la idea.

—¡Silencio! —los calmó el poni de la capa negra —¿Han perdido el seso todos ustedes? ¿Acaso desean enfrentar la furia del señor Azorakt cuando se entere lo que hemos hecho con sus preciosas Seis Principales?

—¡Applejack, Applejack, Applejack!... —entre los gritos de la muchedumbre y los ponis que hablaban, la escena se iba tornando cada vez más confusa y extraña.

—Vamos, BlackRune, no les haremos mucho daño. Solamente un pequeño juego —Insistió Wild Instinct con su mirada desquiciada.

—Eres la mejor, Fluttershy, ¡YEY!

—¿Un juego? Sí, yo quiero jugar —dijo Pinkie inocentemente.

—De verdad, no creo que queramos jugar con ellos, cubito de azúcar —le respondió Applejack desconfiada, al ver la mirada sombría y maliciosa en los ojos de los ponis de la muchedumbre.

Uno de ellos en especial, tenía su rostro cubierto por una aterradora máscara de hierro, y aunque no dejaba ver más que sus ojos, con la respiración agitada y soltando una risa afectada y demencial, no inspiraba la menor confianza en las seis ponis. El nombre de este poni de tierra era Steel Madness, y antes de que BlackRune pudiera emitir una respuesta a la petición de Wild Instinct, el poni de la máscara se lanzó contra las seis amigas esgrimiendo lo que parecía un afilado cuchillo de cocina.

Lo siguiente que pasó, dejo atónitos a todos los presentes, tanto a las seis Ponis de la Armonía, como a la horda de ponis que aullaban y gritaban sin parar.

Al momento en que el ágil salto de Steel Madness lo proyectaba en dirección de Rarity, que era la poni que más cerca tenía, parecía que el rostro del poni enmascarado se golpeó de lleno con una pared invisible, la cual relumbró con un destello color amarillo, lanzando por los aires al salvaje agresor.

El ver a su compañero caído en el suelo, aturdido por el golpe contra el campo de fuerza invisible, logró que varios de la legión de ponis perdieran el juicio y se lanzaran intentando alcanzar a las seis amigas. Pero sus intentos fueron igualmente inútiles. Cada que uno de ellos se acercaba lo suficiente, la barrera invisible se hacía presente, y con un brillo dorado como el sol, repelía a los atacantes y los lanzaba lejos.

Sin ningún resultado, uno tras otro aquellos ponis dementes siguieron lanzándose contra el escudo, mientras que las seis chicas miraban estupefactas el peculiar espectáculo. Pero ninguna movía un musculo, ninguna se lo explicaba, pues ninguna de las dos unicornio, había lanzado el conjuro de barrera… que parecía uno magníficamente poderoso.

Fue entonces cuando de manera inesperada y con la majestuosidad de un relámpago en una noche oscura, de entre los arbustos cercanos apareció la autora del grandioso escudo mágico. Al principio, las chicas no la reconocieron, pero cuando la recién llegada hubo posado sus gráciles cascos en el suelo entre ellas, ninguna de las Seis Principales dejo de reconocer aquel pelaje amarillo brillante, aquella larga cabellera rubia a dos tonos, aquella reluciente capa áurea y aquella insignia dorada y reluciente.

—¡Starshine! —la reconoció Twilight de inmediato rompiendo el silencio y el asombro de sus amigas.

—Quédense juntas, chicas, no se separen ni un centímetro de mi —respondió la hechicera, cuyo cuerno de unicornio destellaba con una poderosa luz amarilla dando fuerza y presencia al escudo mágico.

—¿Quién rayos es ella? —se escuchó la voz de un poni de la multitud.

—No tengo idea, pero es muy linda, ¿no creen? —respondió otra voz.

—Claro que sí. Me parece conocida de algún fic… —dijo una tercera, pero Starshine ya no quiso quedarse a escuchar.

—Todas con los ojos cerrados, y no los abran hasta que yo les diga. —dijo la unicornio amarilla, y cerrando ella sus propios ojos, hizo brillar desde su cuerno una luz tan intensa que dejo enceguecidos a todos los que la miraron.

El hechizo enceguecedor tuvo un efecto grandioso, pero no todos cayeron. Varios de los unicornios de la horda, entre ellos BlackRune anticiparon el movimiento y también cerraron sus ojos o protegieron sus rostros del conjuro.

Tan pronto vieron la oportunidad, las seis amigas acompañadas de la hechicera Starshine echaron a correr por el bosque, alejándose de aquel campamento de locura.

No paso mucho tiempo, antes de que alcanzaran a escuchar tras de sí las pisadas de varios ponis que las seguían muy de cerca.

—¡Tráiganlas, que no escapen! —enronquecía BlackRune de tanto gritar —¡quien las capture podrá hacer lo que desee con la hechicera amarilla!

Pero las siete ponis no se quedarían mucho tiempo en aquel bosque lleno de hostiles. Tan pronto estuvieron a buena distancia, Starshine les grito a las unicornios:

—Rarity, Twilight, hechizo de teleportación hacia Ponyville, ahora.

—Pero yo no… —dudó Rarity al no conocer la teoría ni poseer experiencia en conjuros de transportación inmediata.

—Descuida —la animó la hechicera —enciende tu cuerno y concéntrate en ir a Ponyville con todas tus amigas, yo haré el resto, ¿listas?

Tres, dos, uno…

Con un destello brillante como el sol, las siete ponis desaparecieron de aquel frio bosque de pinos dejando a la legión de ponis hostiles maldiciendo y pataleando por haber perdido a sus presas…

Pero esa noche reservaba aun varias sorpresas.

En alguna parte del bosque, un destello rojo se había apagado, y un poni adolorido emprendía un penoso camino de regreso a su hogar…

Y más allá, en Canterlot, la diplomacia de las Princesas Luna y Celestia había concluido…
Nadie en Equestria lo sabía entonces, pero al día siguiente, cuando el sol radiante se levantara en el firmamento… no lo haría por la gracia y poder de su Majestad…
Y aqui el capitulo veinte. Con esto concluye el primer acto del tercer libro. Aun quedan muchos misterios y asuntos por resolver y esta etapa de Los Colores Exteriores promete ser la mas violenta y radical hasta ahora. No te lo pierdas! Gracias a todos por su tiempo y sus comentarios.

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Comments13
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Saeko-Dark-Kat's avatar
Ah! Debo decirte que la aclamación de parte de las hordas a las ponies me gustó mucho, y según veo esos ponies vienen del mundo más allá ;3