Obsequio espontaneo

Es la tercera vez, que intento darte esta flor. La primera no me atreví a cortarla, me preguntaba qué dirían si alguien notaba que te la había obsequiado… me sonreíste, y me dijiste que no me preocupara, que les dirías que tu caballero te la había dado…

La segunda vez la corté, y la traté con cuidado, la guardé donde ni el viento pudiera lastimarla, mas el solo pasar del tiempo la marchito en cuestión de horas, para cuando te vi, se había secado, abatida por la vida que se le había acabado momentos antes.

Esta ultima vez, no la corté, para que no muriera, ni tampoco la traje conmigo, para que no se marchitara, la dibuje para ti, esperando que mis confusos e indecisos trazos traigan a tu mente la idea de aquella flor que intente darte tres veces. Creo que esta última no fracasé. Con ella, te regalé un pensamiento, que escribí con las letras que de los Elfos aprendí aunque no en persona:

“Que si bien puedo ver
La belleza de una flor,
A Dios doy gracias
Que me permite contemplar
También tu belleza cada día,
Para ti, Cydoniatarinya.”

Bueno, aquí un pequeño dibujo, de esos que no se conservan sino que se regalan, lo hice basándome en una flor muy bonita, que crece de una enredadera en un arbusto cerca de mi casa. Elaborado si bien con pasteles sobre papel marquilla, también está hecho con todo el cariño del corazón, con toda la ilusión de la mente y con toda la esperanza del alma.